"Era uno de los prostitutos más solicitados y mejor pagados de la agencia, y nunca puso un dedo encima de ninguna de las mujeres que lo recordaban com tierna y noltálgica pásion. Todas lo describían como un hombre atento, cariñoso, sabio y paciente que las guiaba com seguridad hasta si mesmas y a un placer sin sufrimiento ni límites como jamás habían soñado existiera. Les esperaba una extraordinaria revelacíon de un sexo sin friccíon, sin choque, sin incontenida pérdida de fluidos, pero intenso y penetrante como un sueño. Él les hablaba en sordina, con una voz que parecía venir de dentro de ellas, y lo que les decía abría como mil puertas por dónde ellas entraban al mismo tiempo, unidas por un placer tan intenso que por momentos dejabam de ser, y se apagaban como soles negros. Y los orgasmos que así alcanzaban eran tan dulces como frutos del paraíso, y tan medicinales como inevitables. Por más que le implorasen nunca aceptaba una clienta por segunda vez. Una vez, una vez apenas y nada más, les explicaba siempre com toda lentitud: era un medio y no un fin, no era posible repetir."
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