Cuando Borges se muere, se acaba de golpe todo. Es como si muriera Merlín, aunque los cenáculos literaros de Buenos Aires no eran ciertamente Camelot. Se acaba, sobre todo, el reino del equilibrio. La inteligencia apolínea deja su lugar a la desesperación dionisiaca. El sueño, un sueño muchas veces hipócrita, falso, acomodaticio, cobarde, se convierte en pesadilla, una pesadilla muchas veces honesta, leal, valiente, que actúa sin red de protección, pero pesadilla al fin y al cabo, y, lo que es peor, literariamente pesadillesca, literariamente suicida, literariamente callejón sin salida. (...) La literatura argentina actual, lamentablemente, tiene tres puntos de referencia. Dos de ellos son públicos. El tercero es secreto. Los tres, de alguna manera, son reacciones antiborgeanas. Los tres, en el fondo, representan un retroceso, son conservadores y no revolucionarios, aunque los tres, o al menos dos de ellos, se postulen como alternativas de un pensamiento de izquierda.
Roberto Bolaño, El secreto del mal
É com um sorriso que reafirmo que, desta mesa do canto, o café e o cigarro sabem-me, realmente, bem aqui. Obrigado pela partilha.
ResponderEliminarDa outra vez não disse, mas queria dizer: idem para a mesa do fumo.
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